Los colores trabajan a favor del reconocimiento de marca mucho antes del primer contacto entre el cliente y el producto. Aunque parecen un elemento puramente estético, en realidad forman parte de la experiencia completa de marca. Si gestionas conscientemente la paleta cromática de tu stand, tienda o material promocional, puedes influir en las emociones, decisiones de compra y en cómo el cliente recordará tu oferta. En adsystem llevamos años ayudando a las marcas a aprovechar ese potencial. Descubre cómo aplicar el poder del color en el sector de la jardinería.
El color actúa más rápido que cualquier palabra. Es lo primero que llama la atención y lo que despierta emociones — el cliente aún no ha terminado de parpadear y ya sabe si quiere acercarse a tu marca o seguir de largo. Las empresas pueden aprovechar esta reacción instintiva basándose en la psicología del color. Es una herramienta que permite crear asociaciones, intensificar sensaciones y... empujar suavemente al cliente hacia la decisión de compra.
Los colores bien seleccionados pueden hacer más que muchos eslóganes. Cuando se usan de manera coherente, el cliente no necesita leer un folleto para saber con quién está tratando. Se convierten en tu lenguaje visual, un código que revela instantáneamente la personalidad de tu marca.
En el sector de la jardinería predominan naturalmente los tonos tierra. Entre ellos, el verde lidera, ya que se asocia de forma instintiva con armonía, frescura y tranquilidad. Esta tonalidad transmite calma y confianza en la calidad del producto. El marrón, presente en la tierra y la corteza de los árboles, evoca fuerza natural, durabilidad y estabilidad. ¿Y los beige y grises? Actúan en segundo plano — crean un fondo neutro que permite destacar los productos sin sobrecargar visualmente el entorno.
Los tonos tierra conectan con las expectativas de los clientes que buscan una experiencia cercana a la naturaleza. Pero si se usan en exceso, muchos stands y tiendas acaban pareciendo iguales. En medio de tanto verde, diferenciarse se vuelve complicado y el visitante deja de prestar atención a los detalles.
Por eso conviene introducir acentos que revitalicen el espacio sin alejarse del mundo natural. Un rojo intenso inspirado en las flores, un amarillo soleado o un rosa vibrante funcionan como rupturas naturales. Estas tonalidades, tomadas directamente de la paleta de jardín, atraen la mirada, aportan dinamismo a la exposición y refuerzan el recuerdo de marca.
Al entrar en un stand o tienda, el cliente sigue lo que le llama la atención — y a menudo, eso es el color. Por eso, el color funciona como un guía invisible: sugiere dónde girar, dónde detenerse y cuándo avanzar.
El verde es ideal al principio del recorrido. En tonos más intensos, capta la atención y comunica la identidad de la marca. En matices suaves, genera calma, ofrece un respiro y anima a explorar. Los beige y grises son útiles en la parte central del espacio: no desvían la mirada, pero permiten que el foco permanezca en lo más importante — los productos.
Los colores cálidos como el amarillo o el naranja tienen otro efecto: despiertan interés, aceleran la decisión, atraen la atención y generan una emoción inmediata. Comunican mensajes como “¡Descúbrelo!” o “¡Llévatelo antes de que otro lo haga!”
El jardín cambia con cada estación del año — y tu marca también puede hacerlo. Una paleta fija es la base de tu identidad visual, pero nada impide planificar campañas promocionales estacionales que refresquen tu universo gráfico.
En primavera, los tonos pastel como el menta, azul cielo o rosa suave evocan nuevos comienzos. En verano triunfan los colores vivos: amarillo brillante, naranja, verde intenso. El otoño trae profundidad: burdeos, dorado, marrón cálido. En invierno, es mejor apostar por blancos suaves, grises y acentos plateados.
Al adaptar tus colores al ritmo de la naturaleza, recuerdas a tus clientes que tu marca evoluciona con ellos. También creas un puente emocional — nadie quiere quedarse quieto mientras todo a su alrededor cambia.
Estos cambios no requieren una transformación total. A veces basta con ajustar unos acentos, modificar el fondo o lanzar una promoción con nuevas tonalidades. Lo esencial es que el cliente sienta que tu propuesta siempre tiene algo nuevo.
El stand ferial es el escenario donde todas tus decisiones de color se hacen visibles. Si la paleta ha guiado bien al cliente en tu tienda — física o digital —, en la feria tienes que lograr algo más: que se detenga justo en tu espacio.
No hay una receta mágica para un stand exitoso — al menos nosotros no la conocemos. Cada proyecto debe adaptarse a la marca: su identidad, oferta y público. Pero tenemos algunos consejos (y productos) que realmente marcan la diferencia.
Empieza con una base potente. Un photocall con un diseño gráfico llamativo y un mensaje claro es el primer punto de conexión. A través de la psicología del color, ese mismo photocall puede comunicar todo lo esencial sobre tu marca. Es quien da el primer paso: muestra quién eres y le da al visitante una razón concreta para acercarse. Un photocall bien diseñado no necesita azafatas — habla por sí solo.
El sector de la jardinería tiene una ventaja clara: puedes jugar con asociaciones de descanso y naturaleza. Si tienes espacio, considera crear una pequeña zona de relax. Bajo una carpa promocional, coloca puffs, sillas de playa o mesitas. Así crearás una atmósfera tranquila, como un jardín, que se sentirá como una extensión natural de tu identidad visual.
¿Buscas algo más llamativo? Apuesta por cajas de luz retroiluminadas. Es una forma sencilla de hacer que tu stand destaque desde lejos y de garantizar que los mensajes sean legibles incluso en los pabellones más concurridos. Esfuerzo mínimo, efecto máximo.
Apuesta por soluciones expositivas que realmente llamen la atención — en las ferias de jardinería y más allá.